AGUSTINA DE ARAGÓN

El 29 de mayo de 1857 murió en Ceuta Agustina de Aragón. Es la más famosa de todos los héroes y heroínas que participaron en los Sitios, la que más ha trascendido. Su fama fue tal que en 1950, en plena dictadura franquista, se estrenó la película Agustina de Aragón, protagonizada por Aurora Bautista y dirigida por Juan de Orduña. Al ser tan popular, hubo varias versiones de su biografía, la cual está envuelta en leyenda, lo que hace difícil reconstruirla históricamente.

Es curioso que la heroína más popular de los Sitios, a la que concedieron el sobrenombre “de Aragón”, a diferencia del resto de las figuras destacables de los Sitios que la tradición ha mitificado, como María Agustín, el Tío Jorge y Casta Álvarez; en realidad no fue aragonesa, sino que nació en Barcelona.

El relato tradicional nos dice que se casó en Barcelona a los 17 años con un cabo de artillería, llamado Juan Roca Vilaseca, y acompañó a su marido en la Guerra de la Independencia. Los acontecimientos de la guerra los llevaron a Zaragoza, donde residió en casa de unos familiares. En 1808, durante los Sitios de Zaragoza, cayeron heridos o muertos todos los defensores de la puerta del Portillo. Agustina, que llevaba la comida a su marido, se hizo con la mecha de un soldado herido y encendió un cañón apuntando a la entrada, hacia donde se dirigían los soldados franceses para entrar en la ciudad. Entonces, temiendo una emboscada, los franceses se retiraron, lo que dio tiempo a que llegaran refuerzos para defender la zona.

Agustina continuó defendiendo la ciudad de los franceses hasta que acabó cayendo definitivamente tras meses de épica resistencia, siendo hecha prisionera. Sin embargo, fue liberada en un canje y recorrió toda España como animadora de los ejércitos donde su hazaña se había hecho muy famosa, participando en la defensa de Tortosa y en la batalla de Vitoria.

En 1823 su esposo Juan Roca murió tras una grave enfermedad y nuestra protagonista, al año siguiente se casó con el médico Juan Eugenio Cobo de Belchite y Mesperma, con el que tuvo a una hija llamada Carlota. Al estallar la guerra carlista, su segundo marido colaboró con la causa carlista, lo cual hizo que Agustina lo abandonara y se instalara con su hija Carlota en Ceuta, la cual estaba casada con un militar que había sido destinado allí; acabando sus días en 1857.

Sus restos fueron trasladados 23 años después a la Basílica del Pilar y en 1908, con motivo del centenario de los Sitios, en un acto presidido por el rey Alfonso XIII, fueron depositados en la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo, donde se ubican actualmente.

Otra versión dice que no acompañó a su marido y que mantuvo un romance, el cual se inició en los Sitios y continuó durante toda la guerra, con el soldado Luis de Talarbe. Lo cierto es que era imposible que acompañara a su marido Juan Roca, ya que este no estaba en Zaragoza, sino en las acciones de María, Motorite y Belchite, según su hoja de servicios. La novelización de los hechos arranca de que el general Palafox, en sus memorias, dijera que Agustina amaba a uno de los artilleros que había en el lugar, en el momento de disparar el cañón. De ahí a que este soldado fuese su marido o fuese su amante Luis de Talarbe al que se prometió después de dar por muerto a su esposo, son todo especulaciones.

Para nuestra fortuna, su hija Carlota escribió una novela histórica sobre Agustina de Aragón, utilizando como fuente a su madre. Ana María Freire López recientemente ha hecho una brillante comparación entre esta novela y el Archivo General Militar de Segovia que ha arrojado mucha luz al asunto.

Según la novela, Talarbe, su verdadero amor, acompañó a nuestra heroína durante toda la guerra, mientras su marido estaba ocupado en diferentes escenarios bélicos. Al terminar la guerra en 1814 Talarbe era teniente coronel y residía en Valencia junto con Agustina, cuando de repente esta recibió una carta de su marido Juan Roca, al que daba por muerto, reclamándola como esposa. Entonces Luis de Talarbe obtuvo un destino militar que lo condujo a América. Allí contrajo matrimonio y al regresar a España con grado de general, Agustina ya estaba casada con su segundo marido. Talarbe llegó a ocupar “los primeros destinos del Estado” y Agustina acabó en Ceuta en casa de su hija Carlota. Finalmente, se enteró por los periódicos de la muerte de su amado general y al año siguiente murió.

Todo el itinerario y peripecias sufridas durante la guerra por nuestra protagonista en la novela que escribió su hija, coincide completamente con su expediente militar recogido en el Archivo General Militar de Segovia, así que la novela no miente acerca de la participación de Agustina en el conflicto hispano-francés. Cabe suponer que tampoco lo hace sobre Talarbe. Habría que buscar entonces en este archivo un personaje masculino cuyo expediente militar de la Guerra de la Independencia coincidiera plenamente con el de Agustina, que acabara siendo teniente coronel al final de la guerra y que muriera un año antes que la heroína de los Sitios.

Evidentemente no se encontró en el Archivo General Militar de Segovia ningún hombre llamado Luis Talarbe, pues si se trataba de un importante político y personaje público, tal y como se dice en la novela; habría sido comprometido descubrir su nombre real. Sin embargo, la investigadora Ana María Freire López encontró a un tal José Carratalá y Martínez, nacido en Alicante, licenciado en Derecho en la Universidad de Valencia, que a pesar de no tener vocación militar, ante la invasión francesa, se alistó en 1808 en el ejército. En el Segundo Sitio de Zaragoza y no en el Primero, que es cuando ocurrió el episodio del cañón, este se encontraba en la capital del Ebro, al igual que Agustina, y desde entonces todo su itinerario vital es idéntico al de nuestra protagonista, así que es seguro que la acompañó durante toda la Guerra de la Independencia.

Al final de la contienda José Carratalá fue ascendido a teniente coronel, lo mismo que Talarbe, y al año siguiente marchó a América a reconquistar la Isla Matinica. Allí, en el Nuevo Mundo, contrajo matrimonio con Ana Gorostiaga. Cuando regresó a España en 1825 era general, como el novelesco Talarbe, y Agustina llevaba un año casada con su segundo marido Juan Cobo, después de que muriera su primer esposo en 1823. En su curriculum como político fue Gobernador Militar y Político de Gerona y su distrito, Gobernador Militar y Político de Tarragona, Capitán General de Extremadura, de Valencia, de Murcia y de Castilla la Vieja, no llegaría a tomar posesión de este último cargo por ser nombrado, el 17 de enero de 1838, Ministro de la Guerra. Después de su efímero paso por el ministerio fue Capitán General de Andalucía y Senador por Sevilla, hasta que en 1844 se retiró de cuartel a Madrid. Allí residió hasta su muerte en 1855, un año y cinco meses antes de la muerte de Agustina, y su fallecimiento fue anunciado en los periódicos.

Es casi seguro que el Luis de Talarbe que aparece en la novela, en la vida real fue José Carratalá porque sus vidas son idénticas. Por otro lado, está clarísimo que este hombre acompañó desde Zaragoza hasta el final de la Guerra de la Independencia en todo momento a Agustina de Aragón. Si hubo un romance o no entre ellos nunca lo sabremos, aunque por las muestras de afecto que nuestra heroína le profesa en la novela parece que sí que hubo enamoramiento, al menos por parte de ella.

Incluyo todas estas aclaraciones porque me parece oportuno acabar con esa Agustina ficticia que nunca existió y rescatar a la verdadera, no porque su vida amorosa tuviera alguna relevancia. Lo que realmente pienso que importa es que fue una pionera que combatió al igual que los hombres durante toda la guerra, que fue condecorada con el título de Artillera y sueldo de seis reales diarios por el general Palafox; y que se ganó a pulso por méritos propios que su memoria perdurara en el tiempo, no sólo en España sino también en el extranjero, algo totalmente extraordinario en la biografía de una mujer de la época y que no ocurrió con José Carratalá.

Santiago Navascués Alcay

Doctor en Historia por la Univ. de Zaragoza