LAS REBELIONES DE CERDEÑA

LA REBELIÓN DE LOS DORIA EN LA CERDEÑA ARAGONESA

A muchos nos sonará aquel dicho que explica el paso de la isla de Cerdeña bajo el dominio de la Corona de Aragón como el «Vietnam aragonés» o el «Flandes aragonés», haciendo símiles con aquellas guerras tan costosas tanto para los Estados Unidos como para la Monarquía Hispánica. Y es que realmente mantener la ocupación de la isla de Cerdeña le costará a la Corona de Aragón una enorme cantidad de vidas, dineros y disgustos. Cerdeña, desde su conquista, fue una isla que estuvo casi un siglo envuelta en revueltas intermitentes promovidas tanto por los habitantes de la isla como por los enemigos de Aragón en el Mediterráneo.

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Pedro IV «el Ceremonioso»

Hoy hablaremos de los primeros problemas serios que aparecieron en la isla tras la conquista. Una vez expulsada la República de Pisa se rebelarán los señores isleños sardo-genoveses. Recordemos que la principal competidora en el Mediterráneo Occidental de la Corona de Aragón era Génova y esta sabrá utilizar su influencia sobre la familia Doria y el poder de este clan en la isla para colocar una horma en el zapato de Pedro IV de Aragón.

Durante el reinado de Alfonso IV de Aragón (1327-1336) las hostilidades en el Mediterráneo occidental entre Génova y la Corona de Aragón desgastaban a ambas potencias. Se pretendía llegar a algún tipo de acuerdo que salvaguardara los intereses de ambos y cesar las hostilidades, pero dado que las dos potencias se disputaban el control del Mediterráneo occidental no era cosa fácil y Alfonso IV no vivió para ver nada parecido.

Al nuevo soberano Pedro IV (1336-1387) le preocupaba la situación en Cerdeña, donde la insumisión de la familia Doria era difícil de combatir por el apoyo que estos recibían de Génova, de manera que se buscó un pacto para solucionar este tema y además desahogar al tráfico comercial, constantemente acosado por el corso de ambas partes. El tratado llegó el mismo 1336 con la mediación del papa Benedicto XII y el rey de Francia Felipe IV; en él se firmaba una paz entre Génova por un lado y la Corona de Aragón y el Reino de Mallorca por el otro.

Esta paz de 1336 no significó el fin de todas las hostilidades, ya que los continuos golpes de mano entre ambas potencias seguían estando presentes. Por ejemplo tenemos el caso de las enormes dificultades de Valencia para hacer frente al acoso genovés de sus costas y cómo los jurados de Valencia escribieron en 1337 a las autoridades de Mallorca para proponer la creación de una armada conjunta para hacer frente a los genoveses y musulmanes.

De todas formas, estas hostilidades quedaban muy lejos de considerarse una guerra abierta y mantenían un status quo. Lo que sí que cabe resaltar es que Galeoto y Casano Doria no estaban incluidos en esta paz, ya que aunque fuesen ciudadanos genoveses, al ser señores feudales de territorios en Cerdeña los firmantes no consideraron que fuesen parte del conflicto. Esto mejoró la situación en Cerdeña, dado que la familia Doria no contaba ahora con apoyo genovés como antes.

Este respiro proporcionado por la paz de 1336 dio la oportunidad a las tropas aragonesas en Cerdeña de fortificar algunas posiciones. Sin embargo, ya en 1340 llegó a oídos de Pedro IV las noticias sobre un acuerdo entre Génova, Pisa y Luchino Visconti para apoyar a las fuerzas antiaragonesas en la isla, sobre todo a los Doria. El rey tenía en estos momentos la mente ocupada en la guerra que los castellanos estaban realizando contra los benimerines, por lo que su situación no era fácil. Pedro IV acabó por elegir bien, en 1341, aprovechando la reciente muerte de Bernabó Doria (“líder” de la familia), comunicó al gobernador de Cerdeña, Guillem de Cervelló, que apoyase las reclamaciones de Brancaleón Doria, hermano del difunto, contra sus parientes y así crear la discordia entre las filas de sus rivales.

En 1343 llegó una nueva dificultad para Aragón en Cerdeña. Giovanni, marqués de Malaspina, había muerto el año anterior dejando sus posesiones en testamento a Pedro IV de Aragón. El hermano del difunto, Federico Azzo, se creía sucesor de Giovanni y pretendía llevar a sus hombres a la isla para recuperar los territorios que según él le eran legítimos, además de dar su apoyo a la familia Doria, la cual estaba en un tira y afloja continuo con el rey. Pedro IV, que en esos momentos estaba en guerra por Mallorca, no pudo hacer otra cosa que pedirle al juez de Arborea que se ocupase de la amenaza.

LA REBELIÓN DE LOS DORIA EN CERDEÑA EN 1346

La paz entre Génova y Aragón era a menudo azotada por ataques corsarios y el punto de inflexión vino en 1344, cuando Simón Bocanegra perdió el poder en Génova. Simón Bocanegra había sido el principal valedor de la neutralidad genovesa en el conflicto entre Pedro IV de Aragón y Jaime III de Mallorca. En 1345, el nuevo dogo de Génova fue Juan de Murta, con una política basada en intentar frenar a la Corona de Aragón en el Mediterráneo occidental, tanto en actividades mercantiles como en asuntos territoriales. Por ello Génova volvió a dar apoyo a todo aquel que quisiese rebelarse ante Pedro IV de Aragón, entre ellos, la familia Doria de Cerdeña. En 1346, ya a efectos prácticos se había roto la paz entre Génova y Aragón.

Esto se juntó en 1346 con que los Doria y los sucesores de Giovanni Malaspina no quisieron presentar los títulos de propiedad de sus feudos a Pedro IV ni tampoco jurar lealtad a Guillem de Cervelló, gobernador real en Cerdeña. La situación estalló con una revuelta de éstos en la isla. La familia Doria controlaba varias plazas  entre las que destacan las de Alguer y Castelgenovese y pretendían hacerse con el control de la ciudad de Sassari.

Durante el primer año la isla estaba falta de hombres por parte de los aragoneses, pero no fueron pocos los intentos de Pedro IV por enviar tropas a la isla; tenemos el caso de abril de 1346, año en que el rey mandó a todos sus súbditos que estaban en Mallorca y que tenían propiedades en Cerdeña, que acudieran a Cerdeña para defenderla de los rebeldes, de lo contrario perderían los feudos y heredades que en la isla tuviesen. Este evento está muy relacionado con que había muchos nobles que después de la conquista de Cerdeña fueron recompensados con títulos y tierras, pero pocos fueron los que se fueron a vivir a la isla, en parte por la rebeldía de sus habitantes, en parte por la geografía de la isla, que estaba llena de pantanos y zonas de agua estancada por lo que en muchas zonas había condiciones insalubres.

Hay que subrayar que por estas fechas, el rey Pedro IV se encontraba enfrascado en la península con las problemáticas de las Uniones, tanto la aragonesa como la valenciana. No fue hasta 1347 que de la península llegaron soldados al mando de Huguet, sobrino de Guillem de Cervelló (gobernador de  la isla), y fueron a plantar batalla a los genoveses y a los Doria.

Guillem de Cervelló, animado por haber recibido tropas de refresco de la península, trató de buscar una victoria rápida y decisiva sobre el bando genovés para atajar el problema rápidamente y se dirigió al norte de la isla para encontrarse con el ejército enemigo. Sin embargo la batalla tuvo lugar en el paso montañoso de Aidu de Turdu (1347) donde el ejército aragonés se encontraba en desventaja orográfica y Guillem de Cervelló no supo valorar bien la situación por lo que el encuentro se saldó con una flagrante derrota para el ejército aragonés y la muerte de Guillem.

Esta derrota no sólo supuso un grave problema a las armas aragonesas, sino que también trajo consecuencias muy duras para la economía y las finanzas reales. Debido a la urgente necesidad de enviar ayuda a la isla, en lugar de solicitar un donativo en Cortes se eligió una opción más rápida pero más problemática a la larga: la venta y alienación de villas, castillos, rentas reales, censales y violarios. Por los estudios de Sánchez, M. (1995), podemos observar que esta campaña de venta y alienación produjo entre los meses de octubre y diciembre de 1347 una cantidad aproximada de 440.250 sueldos barceloneses. Esta cantidad es próxima a la que el monarca esperaba recaudar para poder equilibrar sus finanzas. La gran mayoría de estos pactos fueron a carta de gracia, es decir, a retroventa, normalmente sin plazo temporal fijo. Destacan los mercaderes barceloneses que dieron soporte a esta iniciativa real, ya que les interesaba tanto por las ventajas comerciales que ofrecía Cerdeña como por la posibilidad de adquirir nuevas posesiones del dominio real.

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Sassari -Cerdeña-.

Los Doria supieron aprovechar su victoria para poner rápido asedio a Sassari mientras que el rey Pedro IV buscaba financiación desesperadamente para poder llevar nuevas tropas a la isla. Este primer asedio a Sassari (1347-1348) fracasó por dos motivos muy claros. El primero es que Riambau de Corbera, nuevo gobernador de Cerdeña, y un pequeño ejército de trescientos jinetes y doscientos soldados no cesaron de hostigar al ejército Doria. El segundo motivo fue la Peste Negra, que debido a la cantidad de bajas que ocasionaba a ambos bandos, imposibilitaba mantener un asedio a largo plazo. De todas formas, en 1349 hubo un nuevo intento de tomar la plaza de Sassari. La peste dio freno a la rebelión por un tiempo y despobló gravemente la isla. El monarca adoptó diversas medidas encaminadas a mantener y repoblar la isla, por lo que facilitó a sus súbditos que se asentaran definitivamente en ella. La desaparición de diversos señores feudales y enfiteutas en Cerdeña fue un incentivo para que la población peninsular se asentase allí.

Poco tiempo después de la Batalla de Aidu de Turdu, la familia Doria entregó a la jurisdicción genovesa la ciudad de Alguer. Por su parte, Génova envió un “podestà” genovés para que gobernase dicha ciudad. De esta forma Alguer sería parte de la República de Génova.

Iván Zapater Alonso

Lcdo. en Historia por la Univ. de Barcelona


BIBLIOGRAFÍA

Belenguer, E. (2015) Vida y reinado de Pedro IV el Ceremonioso (1319-1387). Lleida: Milenio

Sánchez, M. (1995) << Después de Aidu de Turdu (1347): las repercusiones de los sucesos de Cerdeña en el patrimonio real>> XIV Congresso di Storia della Corona d’Aragona. La Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII), vol. II, tomo II, Sassari, pp. 789-810

Soddu, A.(2014) << Corona d’Aragona e Malaspina nella Sardegna del trecento>> Sardegna Catalana, IEC, Publicacions de la Presidència, nº 41, pp. 87-104.