¿POR QUÉ LOS REYES DE ARAGÓN LO ERAN TAMBIÉN DE JERUSALÉN?

Hay mucha gente que no lo sabe, pero los que sí tampoco conocen exactamente el por qué actualmente el rey de España, Felipe VI de Borbón, ostenta el título de «Rey de Jerusalén«. Curiosamente, este título lo tiene por ser también rey de Aragón. De modo que la pregunta es, ¿por qué los reyes de Aragón eran reyes de Jerusalén?

Ningún monarca de los Estados de la Corona de Aragón se fue de cruzadas por Tierra Santa, aunque sí que es cierto que Jaime I el Conquistador llegó a preparar una cruzada que partió pero tuvo que regresar tras desbaratar la flota una fuerte tormenta al poco de zarpar. Aún antes, Alfonso I el Batallador tenía como una especie de «plan de jubilación» el lograr salida directa al mar para el reino aragonés a través de Tortosa, ordenar sus asuntos en la península, y terminar sus días luchando contra el islam en Los Santos Lugares. Pero finalmente, su primera y única derrota en Fraga se lo impidió, al provocar su muerte.

escudo-reino-jerusalen
Escudo del Reino de Jerusalén

Para explicar la relación entre este título y los Aragón hay que remontarse a la denominada Primera Cruzada. En 1099 miles de europeos cogieron «la maleta» y se fueron a hacer fortuna con la excusa de recuperar para la cristiandad el denominado «Reino de los Cielos». El asedio sobre Jerusalén terminó con la conquista de la ciudad tras un verdadero baño de sangre dirigido por el francés Godofredo de Boillón. Tras ocupar la ciudad fue proclamado protector de los Santos Lugares, y al año siguiente su hermano Balduino se proclamó rey de Jerusalén. Comenzaba la historia de este reino medieval cuya historia siempre ha fascinado a aquellos que se han interesado por ella.

Jerusalén se mantuvo en manos cristianas hasta su caída en el año 1187 a manos de Saladino, quien la recuperó para el islam. No todos los Estados cristianos cayeron en ese momento, pues todavía duraron hasta que cayó la última ciudad cruzada en 1291: Acre. A pesar de que ya no tenían el poder de la ciudad, siguió habiendo monarcas que llevaban aquél prestigioso título, concretamente los reyes de Chipre. Sin embargo, en 1277 el francés Carlos de Anjou, que se había hecho con el Reino de Nápoles tras expulsar a los Hohenstaufen, compró los derechos del título a una de las descendientes de la monarquía chipriota, María de Antioquía. Desde entonces, la titularidad del ya ficticio título, pues el reino no existía, pasó a estar ligado a aquellos que se fueron sucediendo por herencia o por guerras en el trono napolitano.

Y aquí es cuando entran en escena los monarcas de Aragón. En el siglo XV Alfonso V el Magnánimo se pasó media vida buscando su gran sueño:

800px-Armas_de_Carlos_I_de_España
Escudo de armas de Carlos I de Habsburgo con la cruz del Reino de Jerusalén

convertirse en rey de Nápoles. Sin duda se enamoró de aquella tierra, pues en ella pasó casi toda su vida como monarca desentendiéndose de los asuntos de la corona aragonesa en la península. Tras esa conquista por primera vez un rey de la Casa de Aragón ostentó el título de rey jerosolimitano por el hecho de ser a su vez rey de Nápoles. Tras su muerte, al tratarse el reino del sur de Italia de un acapto (según las leyes de Aragón los monarcas no podían disgregar los Estados de la Corona de Aragón que heredaban pero sí que podían hacer lo que quisieran con lo que conquistaban por sus medios, es decir, los acaptos), Alfonso V cedió el trono napolitano a uno de sus hijos ilegítimos, Ferrante. Nápoles siguió estando en manos de la Casa de Aragón, pero no de la corona.  Sería más tarde, cuando a principios del siglo XVI, Fernando II el Católico se hiciera con ese reino luchando de nuevo contra los franceses, que también querían dominarlo.

El triunfo del Católico fue total y el Reino de Nápoles pasó a formar parte de la Corona de Aragón de forma definitiva, y con él, el ansiado título de rey de Jerusalén. Desde entonces, todos los monarcas, tanto Habsburgo como Borbones, consideraron ligado ese trono al de rey de Aragón, y por ello, desde entonces, todos ellos han mostrado con orgullo entre su larga lista de cargos el de «reyes del Reino de los Cielos».

Sergio Martínez Gil

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza