El 6 de diciembre de 1658 falleció en Tarazona Baltasar Gracián, autor de «El Criticón«, obra cumbre del conceptismo barroco español. Algunos equiparan la grandeza de esta novela a la que en su día tuvo la «Celestina» o el «Quijote«. Su obra siempre contenía, de alguna manera, su visión filosófica del mundo.
Nació en 1601 en Belmonte de Gracián, cerca de Calatayud. Se instruyó en lógica y latín junto a su tío Antono Gracián, en Toledo, donde al parecer vivió de uno a dos años en torno a 1617. En 1619 ingresó como novicio en la orden de los jesuitas y en Tarragona estudió durante dos años humanidades. En 1621 volvió a Calatayud, donde cursó dos años de filosofía, algo que influyó en toda su producción literaria posterior. Finalmente, completó su formación con cuatro años de teología en la Universidad de Zaragoza.
Entre 1627 y 1636 fue ordenado sacerdote y ejerció como profesor de humanidades, teología o filosofía en diversas localidades (Caltayud, Valencia y Gandía). Acabó esta etapa de su vida generando una fuerte enemistad con los jesuitas valencianos, lo que terminará por pasarle factura en un futuro.
En 1636 regresó a Aragón y en Huesca abandonó por un tiempo su labor docente y se dedicó a predicar y a escribir, actividad que no le habría sido posible sin el sostén del mecenas oscense Vicencio Juan de Lastanosa. Allí escribió en 1637 su primer libro, llamado «El Héroe«. En 1639 llegó a Madrid y fue nombrado confesor del virrey de Aragón, estando en contacto con la corte. Allí publicó «El Político» y «Arte de Ingenio, tratado de la agudeza«, el primero de sus tratados sobre estética literaria barroca.
Fue vicerrector del Colegio de Tarragona durante la Sublevación de Cataluña que se había iniciado en 1640. Durante su estancia en tierras catalanas, asistió espiritualmente a los soldados que tomarían Lérida. En el transcurso de esta guerra cayó gravemente enfermo y se trasladó a Huesca, donde impartió clases de Teología Moral hasta 1650. Allí publicó «El Discreto«, «Oráculo manual y arte de Prudencia«, y «Agudeza y arte de Ingenio«.
En 1651 publicó la primera parte de su mejor libro, «El Criticón«. Su publicación desató la queja de sus enemigos jesuitas valencianos, ya que Baltasar Gracián no pedía permiso a sus superiores para publicar sus obras y además, no veían con buenos ojos que el contenido de sus escritos no fuera doctrinal, algo impropio de un jesuita. En 1655 publicó «El Comulgatorio«, que hablaba sobre la preparación para la eucaristía; puede que para evitar ser castigado. Pero la aparición en 1657 de la tercera parte de «El Criticón» le hizo caer en desgracia. Se le prohibió disponer de tinta, papel y pluma; se le impuso un ayuno de pan y agua; y se le suspendió su cátedra de Escritura del Colegio Jesuita de Zaragoza. En 1658 fue enviado a Graus y finalmente a Tarazona, donde acabó muriendo.
En España, una vez pasado el siglo XVII, fue totalmente ignorado. Prueba de ello es que desde 1682 a 1913 no apareció ninguna edición independiente de «El Criticón«. Sin embargo, aparecieron traducciones a lo largo del siglo XVIII en Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, donde tuvo mucho seguimiento. Allí fue estudiado en las universidades e influyó en grandes filósofos como Schopenhauer y Nietzsche, siendo considerado como un predecesor del existencialismo.
Santiago Navascués Alcay
Doctor en Historia por la Univ. de Zaragoza