ZARAGOZA; CAPITAL DE DOS MUNDOS

Entre mayo de 1518 y enero de 1519 el rey Carlos I de Habsburgo, quien no mucho tiempo después sería elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico pasando a la posteridad como Carlos V, realizó la que sería su primera estancia en la capital del reino de Aragón. A su llegada a Zaragoza apenas contaba con dieciocho años y hacía apenas dos que se había proclamado él mismo en Bruselas como rey de Aragón y de Castilla tras la muerte de su abuelo Fernando II el Católico. Con su reinado se consolidó la unión dinástica entre ambos Estados, iniciando la que sería conocida como Monarquía Hispánica (germen de la actual España), y que durante siglo y medio fue la primera potencia mundial.

Pero los inicios del reinado de Carlos fueron turbulentos. Había llegado a Castilla en 1517, sin hablar una sola palabra de castellano (el hombre, como buen flamenco, hablaba francés), y siendo un total desconocedor de los reinos peninsulares, sus costumbres y forma de pensar, realmente muy distintas a las costumbres que imperaban en la Europa de aquella época. Por ello era considerado un total extranjero, temiéndose además que el nuevo rey tan sólo viera a sus nuevos Estados como una pieza más de su inmensa herencia europea, y que sólo iba a estar de paso para ser ratificado rey y conseguir dinero.

Con muchas reticencias, Carlos fue jurado rey por las Cortes de Castilla, y acto seguido marchó a Zaragoza para conseguir lo mismo por las de Aragón y para jurar sus fueros. Fue esta su primera estancia en la capital aragonesa, la cual duró ocho meses. Tuvo que superar las grandes reticencias de la nobleza aragonesa para ser reconocido como monarca. Recordemos que su abuelo Fernando el Católico prefirió durante años que fuera el hermano menor de Carlos, Fernando, el heredero, pues aún siendo también un Habsburgo, había nacido en Castilla y fue educado durante toda su vida por su abuelo, siendo un perfecto conocedor de la política hispánica. Sin embargo, el rey Católico cambió de opinión en su lecho de muerte y respetó la primogenitura de Carlos.

Pero a la llegada de este a Zaragoza se encontró con que el partido de su hermano Fernando era muy poderoso en este reino y, de hecho, tuvo que convencer al arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón, Alonso (hijo bastardo de Fernando el Católico) para que le apoyara en las Cortes. Incluso tuvo que transigir que su hermano Fernando fuera el heredero al trono mientras el propio Carlos no lograra descendencia, cosa que no sucedería hasta una década después.

Durante su estancia en Zaragoza, Carlos I, ya jurado como rey de Aragón, se alojó en el palacio de la Aljafería. Recordemos que en esta época, y más con un monarca tan viajero como lo fue Carlos I, la capital se encontraba allí donde se encontrara la corte (aunque la capital nominal acabaría situándose en Toledo). Así pues, el maravilloso salón del trono de la Aljafería, mandado construir por sus abuelos los Reyes Católicos, fue durante ocho meses el centro de un Imperio que abarcaba dos mundos: el viejo mundo europeo y las Indias, que en ese momento estaban siendo exploradas y conquistadas.

Decisiones muy importantes fueron tomadas en las estancias del palacio zaragozano. De hecho, poco conocido es el que en septiembre de 1518 el Consejo de Indias, que al igual que toda la corte se encontraba en Zaragoza, decidió mandar una expedición naval de exploración con la misión de buscar el paso marítimo hacia el oeste, que permitiera supera la “barrera” que suponía el nuevo continente americano y por fin lograr llegar a Asia y a las islas de las especias por esta nueva ruta. Esta misión fue comandada por Magallanes y finalizada por Juan Sebastián el Cano, y desembocó en la primera vuelta al mundo de la historia del ser humano. Casi nada. No sería esta la última estancia del emperador en Zaragoza, pero eso lo contaremos otro día. Eso sí, si alguna vez vais o regresáis de visita a este espectacular palacio zaragozano recordad que su majestuoso salón del trono fue durante ocho meses  el centro del primer Imperio de dos mundos.

Sergio Martínez Gil

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza