El 20 de agosto de 1710 se produjo durante la Guerra de Sucesión Española la Batalla de Zaragoza, también conocida como la Batalla del monte de Torrero. A esas alturas de la guerra y tras una breve ocupación en 1706 de la capital aragonesa y de casi todo el territorio aragonés por parte del bando austracista, (el que apoyaba al archiduque Carlos-, Aragón se encontraba ocupada por el bando borbónico, cuyo líder era Felipe V –Felipe IV de Aragón).

Pero en 1710 los austracistas y sus aliados lograron reunir de nuevo la suficiente fuerza como para volver a intentar un avance desde sus bases en Cataluña hasta Madrid. A finales de julio el ejército del archiduque comandado por el príncipe austriaco Starhemberg avanzó hacia Aragón y derrotó en la Batalla de Almenar, cerca de Lérida, al ejército borbónico dirigido por el marqués de Bay, que acto seguido se retiró hacia Zaragoza. Tras llegar allí, las tropas felipistas acamparon y tomaron posiciones entre el río Ebro y los montes de Torrero, formando una línea que abarca los actuales barrios zaragozanos de Las Fuentes, San José y parte de Torrero.
El 15 de agosto de 1710 los austracistas, que les llevaban persiguiendo desde Almenar, llegaron a las inmediaciones de la capital del Ebro y se produjeron continuas escaramuzas entre ambos ejércitos durante los días siguientes, hasta que el día 19 las tropas del archiduque lograron cruzar el Ebro hasta la margen derecha y se plantaron en posición de batalla frente a la línea mencionada antes que habían formando los borbónicos.

Al día siguiente comienza la Batalla de Zaragoza en la que se enfrentaron entre 45.000 y 50.000 hombres entre ambos bandos. El enfrentamiento estuvo bastante igualado, pero justo cuando la caballería castellana del ejército de Felipe V estaba a punto de abrir una brecha en las líneas enemigas, el cuerpo anglo-austriaco de las tropas del archiduque Carlos contraatacó, provocando la ruptura del frente y la desbandada generalizada de los borbónicos. Como curiosidad, ambos pretendientes al trono español, tanto el archiduque Carlos de Austria como Felipe V, estuvieron en la batalla –en la retaguardia por supuesto-, siendo quizás el último o uno de los últimos enfrentamientos bélicos de la historia con los líderes supremos de dos bandos presentes en el campo de batalla. El propio Felipe, ante la desbandada de su ejército, a punto estuvo de caer prisionero pero cuenta la historia que se salvó y logró escapar en dirección a Castilla gracias a la ayuda que le prestó un molinero de la zona.
Tras la Batalla de Zaragoza tanto la capital aragonesa como el Reino de Aragón volvieron a caer durante unos meses en manos de los austracistas. El archiduque Carlos permaneció unos días en la ciudad tras hacer una entrada triunfal y proclamó la derogación de los Decretos de Nueva Planta que Felipe V había impuesto en 1707 y, por lo tanto, se volvía al régimen foral tradicional del reino. Esto fue un acto con el que quería mostrar el compromiso del archiduque con el mantenimiento de las tradiciones de los Estados de la Corona de Aragón. Sin embargo, diferentes expertos militares han comentado más de una vez que su tramitación supuso una pérdida de tiempo muy valioso que permitió al ejército borbónico retirarse y reorganizarse para la siguiente campaña, salvándose de la posibilidad de ser destruido si Carlos hubiera dado la orden de perseguirlo de forma inmediata. Apenas un mes después de la batalla el archiduque Carlos llegaba por fin a Madrid, aunque apenas logró mantenerla ante un nuevo avance borbónico.
Sergio Martínez Gil
Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza