JUNIO DE 1808: LLEGAN LOS FRANCESES

En 1808, José de Palafox y Melci, Capitán General de Aragón desde hacía menos de un mes, regresó derrotado a Zaragoza tras no lograr frenar el avance del ejército napoleónico del general Lefebvre. El Sitio a la ciudad de Zaragoza era ya inminente. Desde el 24 de mayo el clima en la ciudad se había enrarecido con la llegada de las noticias del levantamiento y posterior represión en Madrid, así como de las abdicaciones de Fernando VII y Carlos IV en Bayona. Fue por eso por lo que, liderados por algunas de las personalidades más influyentes de la ciudad, así como por otras de extracción más humilde como el famoso Tío Jorge, el pueblo de Zaragoza exigió el reparto de armas al general Guillelmi para poder defender la ciudad, pero al negarse este, fue depuesto y elegido José de Palafox como Capitán General y líder de la defensa.

Zaragoza contaba en 1808 con unos 50.000 habitantes y una escasa guarnición militar de unos 1.400 hombres. Sus defensas no iban mucho más allá de unas maltrechas tapias, de la protección que ofrecían el río Ebro por el norte y el Huerva por el flanco este/sureste, y por el castillo de la Aljafería por el oeste. Aún así el ambiente que se respiraba en la ciudad era de triunfalismo, y se pensaba que se podía derrotar perfectamente en campo abierto al experimentado y hasta entonces invencible ejército de Napoléon.

Llegadas las noticias del levantamiento zaragozano, se encarga al general Lefebvre que acuda con su ejército desde Pamplona para someter a una ciudad estratégica que controlaba uno de los pocos puentes sólidos que existían por entonces en todo el valle medio del Ebro. Se mandan hombres desde Zaragoza al mando del marqués de Lazán, el hermano mayor de Palafox, pero estos son fácilmente derrotados primero el 8 de junio en Tudela y luego el día 13 en Mallén. José de Palafox hace una última salida con hombres poco instruidos en el oficio de las armas y marcha hacia Alagón el día 14, pero es de nuevo derrotado. La victoria en campo abierto se ve ya como imposible, y se produce entonces un éxodo de los defensores así como de civiles de los pueblos de la zona hacia Zaragoza, que se apresta como puede para ser asediada.

Será con las primeras luces del día de mañana, 15 de junio, con las que los zaragozanos avistarán a las consideradas por entonces mejores tropas de toda Europa. Comienza el Primer Sitio de Zaragoza

Sergio Martínez Gil

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza