LA MARCA SUPERIOR: TIERRA DE FRONTERA (II PARTE)

En la segunda parte del artículo sobre la Marca Superior, Santiago Navascués nos lleva a los tiempos de esta región fronteriza del islam con el mundo cristiano europeo durante la época del emirato de Córdoba. Esta etapa es una de las más espléndidas, tanto a nivel político como social, económico y cultural de un Al-Andalus que resurge de un período de casi veinte años de guerra civil entre las diferentes etnias y tribus que formaban la nueva sociedad islámica. En esta etapa veremos que la llamada Marca Superior, cuya capital era Saraqusta –Zaragoza-, tuvo un papel muy importante en el devenir del nuevo estado andalusí con la dinastía de los Omeyas, que lo rigieron durante más de 250 años.

Escultura de ῾Abdarrahmãn I en Almuñécar
Escultura de ῾Abdarrahmãn I en Almuñécar

En el 755 d.C. desembarcó en Almuñécar –Granada-Abdarrahmãn I, el único sobreviviente omeya de la matanza abásida. Rápidamente consiguió hacerse con un ejército, conquistar Córdoba y ganarse a las clientelas omeyas y a la gente que, cansada de tantas guerras, querían un gobernador fuerte. Por ello proclamó su independencia de los califas abásidas, fundando su propio reino en Al-Andalus, titulándose como emir de Córdoba. Para ello se sirvió del descontento de los bereberes, que, aunque fueron los primeros en participar en la conquista, vieron cómo accedieron injustamente a las peores tierras.

A ῾Abdarrahmãn I no le quedó más remedio que reorganizar el territorio, realizando una reestructuración administrativa, dividiendo al estado en dos zonas: el sur de Al-Andalus, formado por un gran número de pequeñas provincias o coras; y el norte de Al-Andalus, donde estableció tres marcas fronterizas con carácter militar:

  • Marca Inferior: en Extremadura y parte de Portugal, con capital en Mérida.
  • Marca Media: en el centro, con capital en Toledo.
  • Marca Superior: en el norte, con capital en Zaragoza.

Esta estructura prácticamente se mantuvo estable hasta finales del siglo XI, con la excepción de la Marca Superior, que era un auténtico polvorín, ya que en los territorios pirenaicos no había una fuerte presencia musulmana. La ocupación de estos lugares no era permanente y a pesar de que muchos habitantes del valle del Ebro se convirtieran al islam por intereses políticos, siguieron manteniendo buenas relaciones con sus hermanos del norte. Esto hizo que la Marca Superior tuviera cierto carácter rebelde. Por si fuera poco, ῾Abdarrahmãn I coincidió en el tiempo con Carlomagno, que construyó un gran imperio franco que se extendía por las actuales Francia, Italia y gran parte de Alemania, que también tenía en mente la creación de marcas defensivas, siendo uno de sus proyectos la creación de una Marca Hispánica que abarcara desde los Pirineos hasta el valle del Ebro, con el objeto de evitar que los musulmanes volvieran a cruzar la cordillera pirenaica. Todo esto dio lugar a la aparición del reino de Pamplona y de los condados pirenaicos, siendo el de Aragón uno más de ellos.

Durante esta etapa se produjo un proceso urbanístico en los territorios de la Marca Superior que recuerda al de época romana y, por añadir una circunstancia más, incluso hubo ataques vikingos que remontaron el Ebro hasta el reino de Pamplona. Todos estos elementos convierten a esta época en uno de los momentos más convulsos de la historia de Aragón.

LA MARCA SUPERIOR EN ÉPOCA EMIRAL 

El islam era una cultura urbana. Los árabes eran un pueblo caravanero que deambulaba por el desierto arábigo y solo tenían una pequeña ciudad, La Meca, que era su elemento común y encarnaba en el árabe la esperanza del pozo de agua fresca después de agotadoras jornadas por el desierto. Desde el primer momento, la ciudad representa para los árabes un oasis de verdor lleno de maravillas en medio del desierto. Hay otra circunstancia que hace que los musulmanes se sientan atraídos por la ciudad: a diferencia de los cristianos, que consideran que la posesión de riquezas terrenales es algo en cierto modo pecaminoso, para el islam la riqueza es una bendición de Dios.

Los musulmanes, cuando llegaron a la península ibérica, se encontraron con una cultura eminentemente rural, donde muchas ciudades romanas habían sido abandonadas y las pocas que habían sobrevivido habían perdido gran parte de su población. Se encontraron con un territorio de pequeños micro-mundos de aldeas donde apenas llegaba la autoridad estatal y pequeñas ciudades. Los conquistadores no solo revitalizaron las ciudades con las que se encontraron, sino que además fueron fundadores de una gran cantidad de ciudades.

Aragón no fue una excepción. Ciudades como Bílbilis fueron abandonadas y prácticamente las únicas que quedaban eran Zaragoza, Tarazona y Huesca, con muchísimos menos habitantes de los que tenían en época romana. Zaragoza, en esta etapa emiral, se convirtió en una gran ciudad, en un oasis de verdor a orillas del Ebro, ensalzado por los poetas andalusíes que cantaban sobre la grandeza de su huerta y la hermosura de la ciudad. Zaragoza debió de pasar de unos 10.000 habitantes -quizás menos- a la llegada de los musulmanes, a unos 25.000 cuando la conquistaron los cristianos en el siglo XII. Y es ahora, en los siglos IX y X, al acabarse las guerras civiles de Al-Andalus, en época emiral sobre todo y también en época califal, cuando se produce el mayor número de fundaciones de ciudades islámicas en Aragón y en todo el territorio que abarcaba la Marca Superior. Imaginaos la inexistencia de Tudela, Calatayud, Medinaceli, Daroca, Albarracín, Teruel, Alcañiz, Balaguer, Barbastro, etc. En este mapa se ve perfectamente el gran número de fundaciones musulmanas.

fundaciones musulmanas
Mapa tomado de «Historia de Zaragoza. Zaragoza musulmana (714-1118)»

Saraqusta era una ciudad privilegiada por su situación, rodeada de tres ríos –Huerva, Gállego y Ebro– que favorecían la profusión de huertas y cultivos de regadío. Los musulmanes supieron reutilizar y volver a poner en marcha la infraestructura de regadíos de los romanos y mejorarla. Esto convirtió a Saraqusta en una de las tierras más fértiles de Al-Andalus y en un abastecedor de productos agrícolas, pues estaba rodeada por un anillo verde de cultivos. La producción agrícola, al ser tan alta, a veces hacía caer los precios hasta el punto de que era más caro el transporte que el precio del producto, con lo que los agricultores, dada la abundancia de alimento, preferían en estas ocasiones no vender el producto y usarlo como abono. El Ebro estaba lleno de barcazas que transportaban todos estos productos. Esto dio lugar a una industria textil de gran calidad, especialmente los paños de tejidos vegetales como algodón, lino, cáñamo y seda, con los cuales se confeccionaban vestidos extraordinarios que se conocieron en todo Al-Andalus como zaragocíes. Otra de las bondades de la región que supieron explotar los musulmanes fueron las minas de sal de Remolinos y el alabastro de Gelsa.

La situación de Saraqusta la convirtió en un foco comercial de primer orden también debido a su posición central en la Marca, como puerta de todas las rutas. Por su localización fronteriza gozó de un importante mercado de esclavos famoso en todo Al-Andalus, llegaban esclavos de los reinos cristianos situados al norte, sobre todo eslavos, muy apreciados en la corte andalusí.

Los cristianos no eran maltratados en la Marca Superior pero su número empezó a disminuir en época emiral, ya que cuando se consolidaron los primeros núcleos de resistencia al islam en los Pirineos, hubo un goteo constante de mozárabes de la Marca Superior a las tierras del norte. En general hubo una simbiosis y un clima de tolerancia religiosa por ambas partes. El contacto entre estos territorios, a pesar de sus diferencias religiosas, era constante, como demuestra el ejemplo que presentamos a continuación.

En el 855, unos monjes franceses de Saint Germain-des-Près llegaron a Saraqusta, portando consigo unas reliquias de San Vicente que habían adquirido en Valencia. Los mozárabes acusaron al monje francés Audaldo de falsario y vagabundo, desterrándolo y confiscando las reliquias. El asunto no quedó ahí, ya que en el año 858 unos monjes de Saint Germain-des-Près pidieron un salvoconducto al gobernador de Saraqusta para recuperar el resto de las reliquias de San Vicente que se encontraban en Córdoba. El gobernador les dio largas pero, fuera como fuese, se las ingeniaron para llegar a Córdoba y hacerse con las reliquias restantes del santo. Después de esto, volvieron a Saraqusta para conseguir la única reliquia de San Vicente que les faltaba. Sin embargo, el obispo senior de la ciudad no accedió a entregarles la reliquia. Finalmente, los monjes franceses viajaron por segunda vez desde París hasta la capital del Ebro en el 863, logrando recuperar los huesos del santo.

A pesar de este desarrollo, fue una época de constantes guerras en la región, a diferencia de lo que ocurría en el resto de Al-Andalus. Si recordáis, en la primera parte del artículo, los yemeníes se alzaron contra el gobernador As-Sumayl impuesto por Yῦsuf desde Córdoba pero fueron derrotados. Al llegar ῾Abdarrahmãn I a la península se enfrentó a Yῦsuf, al que derrotó, y mandó ejecutar a As-Sumayl, colocando como gobernador a su antiguo esclavo Badr. Abdarrahmãn I mandó ejecutar al principal enemigo de los yemeníes y colocó a su antiguo esclavo como gobernador de Saraqusta, pero los yemeníes seguían sin gobernar la ciudad, que era lo que en última instancia pretendían.

Sulaymãn ibn Yaqzãn logró aglutinar a los principales linajes yemeníes de la zona y enseguida se hizo con el control de Saraqusta y buscó apoyos con los que defenderse de las represalias que tomaría ῾Abdarrahmãn I. En el 777 envío delegados a Carlomagno, rey de los francos, a quien prometió entregarle la ciudad a cambio de protección. Al año siguiente Carlomagno cruzó con su ejército los Pirineos y se presentó ante las puertas de Saraqusta. Sin embargo, los zaragozanos no querían someterse a ῾Abdarrahmãn I, pero tampoco a Carlomagno, así que no cumplieron lo pactado y no entregaron la ciudad al rey franco. Ante la imposibilidad de tomar la ciudad, levantó el campamento y volvió a cruzar los Pirineos para volver a Francia pero fueron sorprendidos -no sabemos si por musulmanes, vascones o por ambos- en la Batalla de Roncesvalles, sufriendo una gran derrota. Eso sí, no está claro si fue en Roncesvalles, en el valle de Arán, o en Hecho, lo que dio lugar al famoso poema épico de La Chanson de Roland.

Hubo un antes y un después tras la intervención de los ejércitos de Carlomagno en la zona. La tercera parte del artículo, que se publicará el viernes 22 de esta semana, tratará sobre los sucesos acaecidos tras la Batalla de Roncesvalles.

Si quieres saber más, pincha en este enlace.

LA MARCA SUPERIOR: TIERRA DE FRONTERA (III PARTE)

Santiago Navascués Alcay

Licenciado en Historia por la Univ. de Zaragoza

BIBLIOGRAFÍA

  • Cervera Fras, M ª J.; El reino de Saraqusta, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 1999.
  • Corral Lafuente, J.L.; Historia de Zaragoza. Zaragoza musulmana (714-1118),Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza, 1998.
  • Lacarra, J.Mª; Historia política del reino de Navarra. Desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla (I), Biblioteca Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1972-1973.
  • Lacarra, J.Mª; Estudios dedicados a Aragón, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1987.
  • Viguera Molins, Mª J.; Aragón musulmán, Mira editores, Zaragoza, 1988.

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