LA PROTESTA UNIVERSITARIA EN ZARAGOZA

LA PROTESTA UNIVERSITARIA EN ZARAGOZA 1965-1975: UNA VERDAD DESGARRADORA. (PARTE I)

La historia de la Universidad de Zaragoza durante la última década de la dictadura franquista no dista mucho de la realidad que se vivió en otros campus como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla, por citar aquellas universidades sobre las que más obras se han publicado para este periodo.  Las últimas publicaciones que han visto la luz vienen a poner de manifiesto una clara e indiscutible realidad, apoyada en fuentes y testimonios; esto es: la Universidad de Zaragoza se convertirá en una fuente de desafío y lucha contra el régimen de primer orden. Más allá de actuar como caja de resonancia de lo que acontecía en otras partes del país al comenzar la segunda década de los sesenta,  Zaragoza pasará a engrosar el creciente listado de universidades  conflictivas. 

Desde 1965 las actuaciones en el campus irán progresivamente evolucionando a verdaderas jornadas de lucha que darán inicio a un confrontamiento directo con las autoridades académicas que derivará en expedientes académicos sancionadores, detenciones e identificaciones, entrada de las Fuerzas del Orden Público en el campus e incluso el cierre de la universidad.  A lo largo de esos diez años la movilización estudiantil antifranquista se abrirá al monopolio y personalismo del PCE para dar lugar a un numero considerable y en constante aumento de estudiantes  que no dudará en involucrarse en la creación de nuevas formaciones políticas y  en las distintas formas de lucha que se dieron. 

A medida que el Régimen se enfrentaba a nuevas formas de desafío, el ámbito universitario, junto con el mundo obrero, colocaron a las autoridades en situaciones que hasta ese momento eran impensables. Las respuestas fueron varias  y de índole distinto: desde la creación del Tribunal de Orden Público, el ahínco de la Brigada Político-Social, las sucesivas legislaciones en materia de enseñanza universitaria, incluyendo un progresivo endurecimiento de las sanciones contra actos que alterasen el orden público o el normal desarrollo de la vida académica, hablamos de modificaciones del ya de por si restrictivo Régimen de Disciplina Académica de 1954.  Tanto en el caso de Zaragoza como en otras universidades una de las herramientas administrativas más usadas para ejercer mayor control sobre la población universitaria y que agilizaba de forma sustancial la aplicación de sanciones fue el aumento de las prerrogativas del rector; capaz de incoar expedientes de forma directa y decretar la expulsión del alumno del recinto universitario. 

Las fuentes consultadas nos informan que a lo largo de la ultima década de la dictadura más de doscientos estudiantes fueron detenidos y se incoaron sesenta y nueve expedientes disciplinarios.  Son solo datos provisionales dada la dificultad de acceso a determinada documentación, es por ello que estos datos solo pueden obedecer a una tendencia: aumentar.  La represión física y judicial fue completada con la de índole académico. La apertura de un expediente sancionador colocaba a los estudiantes en una situación muy complicada.  La llegada por correo certificado de la notificación de la incoación de un expediente solo era el principio de una nueva realidad a la que el estudiante se veía obligado a adaptarse. La sanción académica, ya fuera usada como herramienta preventiva o como mecanismo corrector, en muchos casos tuvo los mismos efectos incendiarios de los ánimos y actitudes de los estudiantes antifranquistas. La mayoría de los estudiantes detenidos y procesados cumplieron condena en la cárcel de Torrero y otros serían llevados a otras  cárceles de la geografía española. [1]Cualquier estudiante que fuera sospechoso de militar, simpatizar o ser conocedor sobre algún aspecto de las diversas organizaciones antifranquistas que tenían presencia en el campus,  estaba condenado a sufrir una dura presión y vigilancia por parte de las autoridades policiales y académicas. El objetivo era claro, desarticular cualquier grupúsculo que pudiera ejercer el liderazgo de las protestas y vaciar las aulas de estudiantes subversivos.  La mera sospecha ponía en marcha una maquinaria bien engrasada que comenzaba por peticiones de información, ya fuera la policía o incluso autoridades militares o por iniciativa del rectorado, sobre conducta a los decanos de las facultades, tal y como muestra  el siguiente documento. 

Fuente: Archivo Privado de Javier Delgado Echeverría 

De la respuesta dada y de las “pruebas” con las que se contara, la vida de un estudiante se veía truncada de inmediato.  La represión académica que se ejerció en la Universidad e incluso en enseñanzas medias fue uno de los mecanismos con los que la dictadura se dotó para perpetuar los principios del Movimiento en la enseñanza a lo largo de casi cuarenta años. El estudio de  este tipo de represión no ha dado resultados tan prolíficos, no son muchas las obras de referencia a consultar. Para el caso de Zaragoza le debemos a Javier Delgado Echeverría el poder conocer los procedimientos e incluso valiosos documentos que guardó más de veinte años y que hoy constituyen un archivo privado de una importancia crucial para el estudio de la propia historia de la Universidad de Zaragoza para este periodo, y que afortunadamente le prestó a un servidor.

Sergio Calvo Romero

Doctorando en Historia contemporánea


[1] Un listado de los presos de la cárcel de Torrero en SABIO ALCUTÉN, A. (coord..): El coste de la libertad. Presos políticos, represión y censura en Zaragoza (1958-1977), Doce Robles, Zaragoza, 2018.