EL BOMBARDEO DE ALCAÑIZ EN LA GUERRA CIVIL

En 1938 Alcañiz (Teruel) fue bombardeada por la aviación italiana que Mussolini, dictador fascista de Italia, había enviado al general Franco para apoyar la rebelión de parte del ejército contra la IIª República española. El bombardeo de Alcañiz es un triste y poco conocido episodio de la Guerra Civil. No hay un Guernica de Picasso que lo conmemore, recuerde y haga internacionalmente famoso y, sin embargo, fue incluso más sangriento que el bombardeo del renombrado pueblo vasco.

Estamos a 3 de marzo de 1938. Las tropas rebeldes están en plena ofensiva en el frente de Aragón, en busca de cortar las comunicaciones del gobierno republicano de Valencia con Cataluña y partir en dos su territorio llegando hasta el Mediterráneo. Alcañiz, por entonces, era una localidad de retaguardia. No tenía industria militar de ninguna clase ni tampoco tenía un especial valor estratégico. Pero ese día quince aviones italianos se dispusieron a volar en formación de ataque sobre Alcañiz. La población, civil en su inmensa mayoría, no recibió aviso del bombardeo por medio de las típicas alarmas antiaéreas. Prácticamente nadie pudo refugiarse de las bombas y en una sola pasada se calcula que fueron unas 500 personas las que murieron aquél día. En comparación, en el también terrible y sangriento bombardeo de Guernica inmortalizado por la genial obra de Pablo Picasso y ocurrido casi un año antes, las víctimas fueron alrededor de 200. Pero, ¿por qué el bombardeo de Alcañiz apenas ha trascendido?

Ninguno de los dos contendientes estuvieron interesados en que el hecho se conociera. El bando rebelde había recibido enormes críticas por parte de la comunidad internacional tras darse a conocer el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor, y por lo tanto acallaron el de Alcañiz para evitar esa mala prensa. Por su lado, el gobierno de la IIª República se veía cada vez con menos fuerzas mientras se derrumbaba en esos meses de 1938 el frente de Aragón, por lo que tampoco estaba interesado en que la noticia se conociera entre la población para que no cundiera el desánimo. Un triste episodio que nunca jamás debe repetirse.

Sergio Martínez Gil

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza