Tras la conquista de Mallorca le llegó el turno a Valencia, que en este caso fue una empresa fundamentalmente aragonesa, aunque de nuevo participaron también catalanes. En 1231 comenzaron las reuniones del rey con la nobleza y las órdenes militares aragonesas para planificar la campaña, que comenzó en 1232 con la toma de Morella, una importante y estratégica plaza, que sirvió como base avanzada de la conquista junto a otras bases como Daroca y Alcañiz.
La conquista fue planificada en tres fases. En la primera se sometió toda la zona de Castellón en 1233, produciéndose aquí un parón en el avance de varios años, hasta que en la campaña de 1238 se conquistó la propia ciudad de Valencia y ya en 1242 se avanzó hacia el río Júcar. Ya en la última fase, entre 1243 y 1245 se alcanzaron las últimas posiciones al sur de la capital del Turia, aquellas que en virtud del Tratado de Almizra, firmado con Castilla en 1244, le correspondían a la Corona de Aragón por el reparto que habían hecho de las zonas de expansión de ambos reinos.
Jaime I volvió a hacer lo mismo que con Mallorca, y rompiendo las esperanzas de la nobleza aragonesa, convirtió Valencia en un nuevo reino, dotado de sus propios fueros, e integrado en la Corona de Aragón. Esto provocó un grave conflicto con Aragón, que veía cortada de raíz no sólo sus posibilidades de botín, sino el ver cerrada la puerta de forma definitiva a la expansión por tierras musulmanas y a lograr la tan ansiada salida al mar.
En sus últimos años de reinado logró varios objetivos en política exterior. Por ejemplo, en 1258 firmo el Tratado de Corbeil con Luis IX de Francia, en virtud del cual, y a la vista de la imposibilidad de volver a aumentar la influencia de la Corona de Aragón en Occitania, los reyes de Aragón finalizaban oficialmente sus pretensiones en el sur de Francia, al igual que los reyes franceses como herederos de Carlomagno cedían lo que consideraban sus derechos sobre la antigua Marca Hispánica, las tierras al sur de los Pirineos, que reclamaban desde entonces como suyas.
También en 1264 el Reino musulmán de Murcia, vasallo de Castilla, se rebeló contra esta con la ayuda de Granada y otros Estados del norte de África. Los castellanos pidieron ayuda a Jaime I, quien aprovechó para enviar un ejército de aragoneses y catalanes que acabaron ocupando el territorio, en contra de lo dispuesto en el Tratado de Almizra, y que trajo varias disputas con los castellanos en los años posteriores. A la larga, esta ocupación devino en la cesión a la corona de la zona de Alicante, que en principio había quedado en la zona de expansión castellana, a cambio de la devolución de Murcia, que daba al reino vecino salida directa al mar Mediterráneo.
La última gran aventura que trató de emprender el Conquistador fue una gran cruzada a Tierra Santa, en la que se llegó incluso a embarcar en 1269, pero una tormenta desbarató la flota y le obligó a regresar a puerto, olvidándose de la empresa de forma definitiva. Finalmente, y tras un largo reinado de sesenta y tres años murió en Alzira (Valencia) y fue enterrado en el panteón real del Monasterio de Poblet, siendo uno de los monarcas de la Corona de Aragón que más expandió territorialmente a este Estado de Estados.
Sergio Martínez Gil
Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza