LA GUERRA SERTORIANA (I PARTE)

La Guerra Sertoriana es un acontecimiento poco conocido entre el público. Sin embargo, fue una guerra civil entre romanos que encumbró al grandioso Pompeyo y que se desarrolló mayormente en nuestras tierras, involucrando enormemente a la población indígena y siendo catalizadora de la romanización del valle del Ebro.

En esta primera parte, de la mano del excepcional trabajo de Guillermo Manzano, Víctor Simón y Francisco Pina Polo en Aragón Antiguo. Fuentes para su estudio, hablaremos de los antecedentes de la Guerra Sertoriana y del desarrollo de esta, dejando las consecuencias de la guerra para un segundo capítulo.

Cuadro del siglo XVIII de Juan Andrés Merklein que representa a Minerva entregando los planos de la Universidad de Huesca a Sertorio.
Cuadro del siglo XVIII de Juan Andrés Merklein que representa a Minerva entregando los planos de la Universidad de Huesca a Sertorio.

ANTECEDENTES DE LA GUERRA

Desde finales del s. II a.C. la república romana comenzó a adentrarse en una crisis en todos los ámbitos, social, económico y político, que dio lugar a un periodo llamado “la Crisis de la República”. El empobrecimiento del campesinado, la cada vez mayor diferencia social entre aristócratas y la plebe, la corrupción, la ambición personal de las grandes familias de la aristocracia romana, y la yuxtaposición de aquellos que no querían que nada cambiase y aquellos que querían reformas para no llegar al colapso llevaron a una serie de guerras civiles que afectaron a Roma y a todo el Mediterráneo. Una de esas guerras civiles es la Guerra Sertoriana, que es la que nos ocupará en este artículo por su vinculación al actual Aragón. El conflicto tuvo su origen en la Primera Guerra Civil de Roma. En el año 88 a.C., los intentos de Cayo Mario por arrebatar a Lucio Cornelio Sila el control del ejército que debía combatir a Mitrídates VI del Ponto –en la actual Turquía- llevaron a Sila a marchar sobre Roma. Era la primera vez que un ejército romano entraba en la ciudad. De este modo, por la fuerza de las armas, Sila consiguió que le encomendaran la guerra contra Mitrídates, en lugar de a Mario. Hay que tener en cuenta que en esta época la comandancia de las guerras era ansiada por los políticos, ya que a través de ellas podían ver incrementado su poder enormemente.

Durante la ausencia de Sila en la guerra contra Mitrídates, eligieron como cónsules de Roma a Cinna, que era partidario de Mario, y a Octavio, que era partidario de Sila. Ambos cónsules acabaron enfrentados, concluyendo el conflicto con la victoria de Cinna. Sertorio había apoyado al bando de Cinna en este enfrentamiento, algo que posteriormente pagaría muy caro.

En el 83 a.C. se precipitaron los acontecimientos. Sertorio había sido elegido gobernador de la Hispania Citerior, pero ese mismo año, tras vencer a Mitrídates, volvió Sila a Roma y se enfrentó con Cinna. Sila ganó la contienda y su victoria fue seguida por su dictadura indefinida, en la que además de realizar una ambiciosa obra legislativa para tratar de restaurar el funcionamiento de las instituciones republicanas, persiguió sistemáticamente a sus enemigos, entre los que estaba Sertorio.

Retrato escultórico de Sila
Retrato escultórico de Sila

Sila nombró como gobernador de la Hispania Citerior a Gayo Anio Lusco, nombramiento que Sertorio no aceptó, ya que consideraba que el legítimo gobernador era él. Comenzó así un enfrentamiento entre el régimen silano y Sertorio, que desde Hispania pretendía restaurar el status quo anterior. Además, Anio Lusco tenía órdenes no solo de desposeer de su cargo a Sertorio, sino de ejecutarlo.

EL DESARROLLO DE LA GUERRA

En el 82 a.C. Sertorio dispuso dos líneas defensivas. En la primera de ellas situó a su partidario Salinator con sus tropas en los pasos pirenaicos para bloquear la entrada del gobernador silano. La segunda de las líneas defensivas era controlada por él mismo y estaba ubicada en el río Ebro. Todo marchaba según lo previsto, pero Salinator fue asesinado, por lo que Anio Lusco rompió el bloqueo y llegó al Ebro, donde Sertorio no pudo resistir.

Sertorio se fue retirando poco a poco hacia el sureste peninsular hasta llegar a Cartago Nova –actual Cartagena-. Desde allí embarcó hacia África con aquellos itálicos desafectos al régimen silano. En el 81 a.C. Pompeyo, enviado por Sila, se encargó de vencer a los sertorianos en Libia, empujándolos hacia Mauritania. Entonces intentó volver a Hispania pero fue rechazado y se unió a bandas de piratas procedentes de Cilicia –actual Turquía– enfrentándose a la flota de Anio Lusco y viéndose obligado a regresar a África.

Parecía que Sertorio había quedado arrinconado en África, pero en el invierno del 81-80 a.C. alcanzó la Lusitania –gran parte del actual Portugal y Extremadura– poniéndose al frente de la rebelión de los lusitanos contra el gobernador Fufidio de la Hispania Ulterior, al que venció. En el 79 a.C. llegó Cecilio Metelo Pío como gobernador de la Hispania Ulterior para acabar con Sertorio. Este ocupó el corazón de la Lusitania, donde fundó Metellinum –Medellín– y Castra Caecilia –Cáceres-. Parecía que había acabado con el centro neurálgico de Sertorio pero nada más lejos de la realidad. Sertorio se aprovechó de la táctica de guerra de guerrillas de los lusitanos y consiguió frenar a Metelo en la Lusitania. Este, desesperado, pidió ayuda al gobernador de la Hispania Citerior de aquel momento. Esa ayuda nunca llegó porque Hirtuleyo, lugarteniente de Sertorio, lo derrotó de camino a la Lusitania al socorro de Metelo. A este no le quedó más remedio que resistir aislado y a duras penas en la Lusitania, que se había convertido en una trampa para él.

Hirtuleyo no solo derrotó al gobernador de la Hispania Citerior, sino que aprovechando su derrota se dirigió al norte, alcanzando el Ebro. Ante esta situación, el gobernador de la Galia cruzó los Pirineos y reforzó la zona contigua al río Segre, pero también fue vencido por Hirtuleyo y tuvo que refugiarse en Ilerda –Lérida- y después volver por donde había venido, cruzando los Pirineos.

A partir del año 77 a.C. los intereses de los sertorianos en la Hispania Ulterior van a ser cortar el suministro minero a Roma y el valle del Ebro se va a convertir en el centro de operaciones de Sertorio. Suprimir el suministro minero de la Ulterior a Roma, suponía perder más del 80% de la plata y el plomo que llegaba a Roma. Hay que tener en cuenta que el plomo en esa época era muy utilizado, pues era soporte de escritura, se utilizaba para la fabricación de proyectiles, para la fabricación de tuberías, y, aleado con el cobre, producía un bronce de mala calidad pero mucho más barato. Por ello, es clave para entender la guerra, comprender que los intereses de las aristocracias indígenas de las zonas mineras coincidían con los de Roma, ya que el comercio con ella las enriquecía notablemente.

El 77 a.C. es el año de máximo esplendor de Sertorio y es cuando comienza a recrudecerse la guerra. Sila ya ha muerto, pero no su régimen. Por otra parte, ese mismo año había estallado en Italia una revuelta que, sin embargo, fue sofocada. Pero uno de sus líderes, Marco Perpenna Ventón, huyó con sus hombres a la península ibérica con intenciones de combatir contra Cecilio Metelo en la Hispania Ulterior. Sin embargo, sus hombres, que no confiaban en él, le obligaron a unirse a Sertorio si no quería ser entregado. Esto supuso un aporte considerable de hombres para Sertorio y que Perpenna fuera su lugarteniente. Este aceptó a regañadientes, ya que era un hombre ambicioso y no veía con buenos ojos ser lugarteniente de nadie.

Estando así las cosas, Roma envió a Pompeyo para acabar con Sertorio. Pompeyo cruzó los Pirineos orientales e intentó ganarse a los pueblos iberos de la costa. Mientras tanto, Sertorio, desde la meseta castellana remontó el río Jalón hasta llegar al Ebro. En principio, la orilla derecha del Ebro no recibió con vítores y aplausos a Sertorio. Tuvo que tomar las ciudades de Bursao y Turiaso –actuales Borja y Tarazona– y Contrebia Belaiska –actual Botorrita–, que no le eran afines. En general, tuvo la oposición de la Celtiberia aragonesa. Por el contrario, la Celtiberia soriana y riojana, así como la orilla izquierda del Ebro, se adhirió fielmente a su causa. De hecho, Osca –actual Huesca-, Ilerda –actual Lérida– y Calagurris –actual Calahorra– se convirtieron en sus principales baluartes. Osca se convirtió en su principal centro de operaciones, donde acuñó moneda propia e instituyó un Senado paralelo al de Roma, formado por todos los itálicos perseguidos por los silanos.

Mientras Sertorio estaba intentando afianzar su poder y su control en el valle del Ebro, sometiendo a aquellas ciudades que no eran afines a su causa con la intención de recaudar hombres, Perpenna había sido enviado por Sertorio al frente oriental e Hirtuleyo a la Lusitania a combatir contra Cecilio Metelo.

Sertorio tendrá que acudir constantemente a la ayuda de Perpenna y de Hirtuleyo. Pompeyo desde los Pirineos orientales intentó hacerse con la costa con el objetivo de aislar a Sertorio en el interior. El encargado de frenar a Pompeyo era Perpenna. Ante su ineptitud, tuvo que acudir el mismísimo Sertorio, consiguiendo estabilizar la zona y detener a Pompeyo. Mientras tanto, Hirtuleyo sufrió una dura derrota por parte de Cecilio Metelo y fue necesario el envío de un gran contingente sertoriano al sur peninsular.

guerra Sertoriana
Mapa de la Guerra Sertoriana en Aragón

En el 75 a.C. Metelo acabó definitivamente con Hirtuleyo, quien pereció en batalla. Había que evitar a toda costa la unión de los ejércitos de Metelo y de Pompeyo, motivo por el cual se enfrentó Perpenna a Pompeyo en la batalla de Valentia –Valencia-, siendo derrotado una vez más.

A partir de entonces, poco a poco, Metelo y Pompeyo fueron ocupando la Celtiberia, confinando a Sertorio a la orilla izquierda del Ebro. Sertorio lo intentó todo para romper este aislamiento. En el 74 a.C., Mitrídates del Ponto, que reanudó hostilidades contra Roma, intentó ponerse en contacto con Sertorio, pero fue imposible, dado el aislamiento al que estaba sometido. Sertorio incluso intentó atraerse a galaicos y cántabros a su causa, pero nada de esto funcionó. La hambruna ocasionada por el aislamiento empezaba a hacer mella en sus hombres y en el 72 a.C. fue asesinado en una conjura orquestada por el propio Perpenna, quien nunca aceptó con agrado las órdenes de Sertorio y siempre había querido ser el líder de la causa antisilana.

Ese mismo año, Marco Perpenna se enfrentó a Pompeyo, siendo derrotado, hecho preso y ejecutado. En ese momento, varias ciudades, entre ellas Osca, se entregaron a Pompeyo. Tan solo resistieron Tiermes, Uxama –actual Osma– y Calagurris, que luchó obstinadamente.

Os dejamos el enlace de la segunda parte

LA GUERRA SERTORIANA (PARTE II)

Santiago Navascués Alcay

Licenciado en Historia por la Univ. de Zaragoza

BIBLIOGRAFÍA

  • Manzano Chinchila, G., Simón Castejón, V. y Pina Polo, F.; «La Guerra Sertoriana (83-72 a.C.)» en Sopeña Genzor, G. (ed.); Aragón Antiguo. Fuentes para su estudio, Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, 2012.
  • García Mora, F.; Quinto Sertorio. Roma, Granada, 1991.
  • García Mora, F.; Un episodio de la Hispania republicana: la Guerra de Sertorio. Planteamientos iniciales, Granada, 1991.
  • Pina Polo, F.; «Sertorio, Pompeyo y el supuesto alineamiento de los Vascones con Roma», en Andreu Pintado, J.; Los Vascones en las fuentes antiguas: en torno a una etnia de la antigüedad peninsular , Barcelona, 2009.

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