ARAGONESES CONSTITUYENTES: LA APORTACIÓN ARAGONESA AL PRIMER LIBERALISMO ESPAÑOL 1808-1814 (III PARTE)

Tercera y última parte del trabajo realizado por Daniel Aquillué, en el que nos muestra la aportación de personalidades aragonesas o muy vinculadas con Aragón en el primer movimiento liberal español, que supuso la formación de las Cortes de Cádiz, la promulgación de la Constitución de 1812 y el comienzo del fin del absolutismo en España.

UN LIBERAL VINCULADO CON ARAGÓN: MARTÍN DE GARAY

Poco conocido, pero importante personaje en la construcción del

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Fernando VII, obra de Francisco de Goya

estado liberal español, es Martín de Garay[1], aunque no nacido en Aragón por circunstancias relacionadas con la profesión de su padre, fue un aragonés de sentimiento toda su vida.

Los padres de Martín de Garay eran infanzones de la Almunia de Doña Godina, donde tenía casa y propiedades. Su padre, capitán del regimiento de Caballería de Santiago se hallaba destinado en el Puerto de Santa María donde, un 26 de enero de 1771 nació Martín. En la Almunia pasó su infancia para pasar luego a Zaragoza, donde estudió en los escolapios, y a Madrid donde completó sus estudios en el Seminario de Nobles. En la capital entró  en contacto con los escritos de los ilustrados europeos. En 1790 se incorporó al ejército, combatiendo junto a su hermano y su padre en la Guerra del Rosellón. En dicho conflicto murió su padre, y la tuberculosis que afectaba a Martín se agravó, lo que le llevó a abandonar la carrera militar y retirarse a la Almunia. Poco después, en 1794 se trasladó a Madrid donde inició su carrera en la Administración.  Tras conseguir su primer empleo, de contador del ejército de Aragón, Navarra y Guipúzcoa, se casó con Carmen Uztáriz y Salcedo. Su primer trabajo le llevó de nuevo a Zaragoza donde ingresó en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Fue ascendido poco después a la Contaduría de Valencia y fue entonces cuando consciente del caos de la Hacienda en España consideró la necesidad de una reforma que plantearía años más tarde. En 1804 ascendió de nuevo, convirtiéndose en intendente de Murcia. Como intendente se ocupó de la gestión económica de su demarcación y de proveer al ejército destinado en ella. En Murcia, Martín de Garay puso a funcionar la recaudación, reinsertó contrabandistas, ayudó a evitar el contagio de fiebre amarilla, pavimentó calles, restauró la cárcel, creó un hospicio y acabó la presa sobre el río Segura.

Un tiempo más tarde fue destinado como intendente de Extremadura. Estando en Badajoz le sorprendió el inicio de la Guerra de Independencia. Garay pasó a formar parte de la junta de Extremadura donde ocupó la sección de Hacienda, desde la cual cubrió de todo lo necesario al ejército de Extremadura. Mientras tanto su familia se encontraba en Zaragoza y la Almunia, combatiendo a los franceses. Ordenó, mediante carta, al administrador de sus fincas en la Almunia que cediese la mitad de ellas para el sostenimiento de la guerra.

“… mi mayor satisfacción hubiera sido en las actuales circunstancias, emplear mi persona y escasas luces en servicio de ésa [Aragón] de donde soy natural (…).”

Al formarse la Junta Suprema Central, Garay fue elegido representante de Extremadura en ella. La Junta Suprema, de la que fue secretario general, inició sus sesiones el 25 de septiembre de 1808. Junto con Jovellanos redactó el reglamento de la Junta que establecía la provisionalidad de la Junta y el objetivo de convocar cortes. Como secretario además mantuvo relaciones con el embajador británico, del que consiguió ayudas del gobierno británico para la guerra. Poco después Garay llegó al ministerio de Estado donde tuvo un destacado papel dedicándose a armar al ejército y a extender la propaganda por Europa a favor de la causa española. Junto con el liberal Quintana creó un grupo de presión llamado “junta chica” que apostaba por la creación de un régimen liberal: sin privilegios, con unas cortes que elaborasen una Constitución y limitasen el poder del rey. Garay dejó escrito:

“Al fin llegará el Fausto día tan deseado por todos los buenos… en que reunida la gran familia española en sus Cortes generales, las más libres (…) dictase las leyes y Constitución más conveniente a España, el fomento y prosperidad de su agricultura, de su industria, de su comercio, navegación, educación de su juventud… aniquilando para siempre al despotismo y la inmoralidad, origen  de cuantos males padecemos.”

El verano de 1809 fue crítico para la Junta Suprema, y la derrota de Ocaña su tumba. Garay optó por dimitir pero Jovellanos le instó a seguir en la Junta. En 1810 huyó de Sevilla ante la proximidad de los imperiales, consiguiendo llegar a la Isla de León. Allí colaboró a redactar el reglamento de la Regencia y la Junta Suprema se disolvió. En Cádiz Garay y su familia no disponían de recursos e intentó irse de allí en barco pero no pudo. Por suerte consiguió el cargo de consejero de Estado, desde donde luchó porque las cortes fuesen unicamerales. En septiembre se abrían las Cortes extraordinarias. La Junta de Aragón pretendió que Martín Garay fuese uno de sus diputados pero, al no ser nacido en Aragón, no pudo desempeñar tal cargo.

Al finalizar la guerra en 1814, Garay marchó con el gobierno a Madrid. Tras el golpe de Estado de Fernando VII Garay no fue detenido, al parecer por intercesión de su tío Ignacio Martínez de Villela, pero quedó sin trabajo. A pesar de sus ideas liberales, el rey concedió a Garay el empleo de protección de los canales de Aragón. A través de este nuevo puesto, Garay impulsó el desarrollo de la economía aragonesa. El 25 de noviembre de 1814 fue nombrado director de la Real Sociedad económica de Amigos del País Aragonesa. En 1816 la situación de la Hacienda española era caótica y Fernando VII recurrió a Garay como ministro de Hacienda. Este se resistió a aceptar el cargo pero el rey le obligó a ello. Desde el ministerio planteó una reforma fiscal que contemplaba que los privilegiados pagasen impuestos. Esta reforma fue boicoteada por los sectores más absolutistas y no salió adelante y en 1818 abandonó el ministerio y regresó a Aragón. Con el Trienio Liberal volvió al Consejo de Estado, pero en 1822 falleció en La Almunia a causa de su tuberculosis.

Daniel Aquillué Domínguez

Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza

BIBLIOGRAFÍA

CASAMAYOR, Faustino, Diario de Los Sitios de Zaragoza (1808– 1809), Editorial Comuniter, Zaragoza, 2000

ESCRIBANO, Francisco (coord.), III Ciclo de Conferencias: Los Sitios de Zaragoza y su influencia en la resistencia española a la invasión napoleónica, Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza, Zaragoza, 2009

FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier y FUENTES, Juan Francisco (dirs.), Diccionario político y social del siglo XIX español, Alianza Editorial, Madrid, 2002

GONZALVO MORUELO, Ramón Manuel, La representación aragonesa en la Junta General y en las Cortes de Cádiz.

PALAFOX, José; LAFOZ RABAZA, Herminio (ed.), Memorias, Edizions d l’Astarl y Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza, 1994

TORRES LIARTE, Concepción, Los Diputados Aragoneses en las Cortes de Cádiz (1808 – 1814), Cortes de Aragón, Zaragoza, 1987

SISINO PÉREZ GARZÓN, Juan, Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la nación liberal (1808 – 1814), Síntesis, Madrid, 2007

[1] Existe una biografía sobre él: Nuria Alonso Garcés, Biografía de un Liberal Aragonés: Martín de Garay (1771 – 1822), Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2009.

 

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