LA PROTESTA ESTUDIANTIL EN LA ZARAGOZA DE LA DICTADURA (PARTE IV)

La Universidad de Zaragoza 1965-1975 (IV): 1972, la explosión de la protesta y el cierre de la universidad.      PRIMERA PARTE.                                                                                                                                                                                                        

            Los últimos meses de la década de los sesenta y los primeros pasos de la década de los setenta vinieron marcados por un recrudecimiento de la represión,  recubierta de legalidad y justificación bajo el amparo de los dos estados de excepción instaurados por el régimen.  El ahínco y la efectividad de la que hicieron gala las Fuerzas del Orden Público, con la Brigada Político-Social a la cabeza, se tradujeron en la detención de cientos de estudiantes, obreros, profesionales, etc. En suma se trataba de cortar de forma inmediata la vorágine contestataria que se estaba extendiendo por todo el país.  No fueron pocos los éxitos cosechados de la política represiva: la reducción de la capacidad de acción e influencia del PCE,  el descabezamiento de la vanguardia antifranquista y la  imposición de un estado de miedo que sirviera como aviso ante futuribles conatos de protesta.

            La relativa calma social que siguió a la represión pronto se vio alterada. La Universidad sería uno de los principales campos de batalla a lo largo de 1972. En Zaragoza dos fueron los factores que deben tenerse en cuenta a la hora de encontrar explicación sobre el resurgimiento de la protesta; por un lado, la llegada de un número mayor de estudiantes cuyo antifranquismo ya se había desarrollado con anterioridad a su entrada en la universidad. Muchos de los activos antifranquistas ya había militado en organizaciones o participado en actos durante su paso por enseñanza media.  En segundo lugar, el surgimiento de nuevas organizaciones de masas como Movimiento Comunista de España (MCE) y Larga Marcha Hacia la Revolución Socialista (LMRS), incluso ambos partidos llegaron a fundar sus propias estructuras universitarias; Comités de Estudiantes Revolucionarios (CERZ) en el caso del MCE y Comités de Estudiantes en el caso de  Larga Marcha.

            Los primeros meses de 1972  dejando claro que la voluntad reivindicativa de los estudiantes antifranquistas era cada vez más firme. Se luchaba sobre aspectos de distinto índole: la Ley General de Educación,  los nuevos estatutos de la universidad, el nuevo plan de estudios en Medicina, etc.  Ante las numerosas asambleas y paros académicos que se convocaban el equipo de gobierno respondió con amenazas. El deterioro de la vida académica fue en aumento y en abril los enfrentamientos alcanzaron su cenit.

            Los días 12 y 13 de abril se formaron piquetes en la puerta de Filosofía y Letras para impedir la entrada y el 17 un grupo de 400 estudiantes, que habían participado en asambleas celebradas casi a la vez  en Filosofía y Letras y Ciencias, se dirigieron al rectorado.  Aproximadamente 30 de ellos penetraron en la antesala de la Facultad de Derecho, sito del rectorado en aquel momento, profiriendo gritos de “abajo la universidad fascista” y  solicitando ver al rector para pedir explicaciones sobre las posibles sanciones a alumnos por participar en las protestas de los días anteriores. Su ausencia colocó al  vicerrector  Rafael Usón en el ojo del huracán y   la tensión fue en aumento hasta el punto de llegar a ser golpeado. Poco después los estudiantes se retiraron y algunos de ellos se dirigieron a la salida del rectorado y volcaron el coche del rector Justiniano Casas.

            El día 22 alrededor de 400 personas se encerraron en la Facultad de Ciencias taponando la entrada con sillas, bancos y mesas. Situación similar se vivió  el día 24 en la Facultad de Derecho. La gravedad de los acontecimientos condujo al rectorado a suspender las clases y solicitar ayuda a las Fuerzas del Orden Público. Una de las decisiones más controvertidas que se adoptó fue mandar construir a última hora de la tarde del día 24 un muro de hormigón en la puerta de la Facultad de Ciencias para imposibilitar su acceso.  En su edición del 25 de abril Aragón Exprés lo denominó el “muro de los desatinos”.  Las muestras de rechazo no se hicieron esperar y durante todo el día 25 cientos de estudiantes se concentraron en distintas zonas del campus en señal de repulsa por tal acción.

Ante la insostenibilidad de la situación que se vivía el día 26 se celebró una reunión extraordinaria de la Junta de Gobierno de la Universidad de Zaragoza bajo la presidencia de Gerardo Lagüens, Secretario General de Universidades e Investigación que había sido enviado por el Ministerio de Educación y Ciencia. La reunión dio comienzo con la dimisión del rector Justiniano Casas, el vicerrector  de Letras Ángel Canellas, el vicerrector de Ciencias, Rafael Usón y Manuel Ocaña, secretario general de la Universidad.  Entre las muchas decisiones tomadas destacaron: “reanudar las actividades académicas docentes a partir del próximo día 2 de mayo”, “ la incoación de expedientes disciplinarios individualizados a los responsables de los graves actos de indisciplina académica” y “solicitar al Gobierno Civil la presencia de la Fuerza Pública necesaria para que de acuerdo con los decanos de las facultades se monte el servicio oportuno de protección de conformidad con los acuerdos tomados”.

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La dimisión del equipo de gobierno se saldó con la satisfacción y alegría de buena parte del estudiantado. Tras muchas semanas de oposición directa las dimisiones se vivieron como una gran victoria, la demostración de que era posible cambiar las cosas a través de la lucha.  No obstante,  la sensación de triunfo no perduraría mucho,  pues de inmediato se puso en marcha la maquinaria represiva que en pocas semanas apartaría de la vida académica a decenas de estudiantes.

Sergio Calvo Romero

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza