LA BATALLA DEL EBRO EN ARAGÓN

En la noche del 24 al 25 de julio de 1938 comenzó la Batalla del Ebro, siendo esta la más dura de la Guerra Civil. El ejército republicano y el golpista se enfrentaron en un amplio frente desde Mequinenza hasta Tortosa, a orillas del Ebro. Lucharon cientos de miles de hombres durante cuatro largos meses, muriendo alrededor de 16.000 hombres, con unas bajas totales de cerca de 100.000. Se ha considerado esta batalla el «Verdún español», por su elevado número de muertes, la larga duración de la contienda y porque fue una lucha parecida a las de la Primera Guerra Mundial, a aquellos largos enfrentamientos de trinchera y de desgaste.

Venció el ejército sublevado de Franco, aunque con una elevadísima cifra de fallecidos. La victoria se debió en gran parte a que era un ejército más numeroso y mejor pertrechado que el republicano. Si el ejército franquista sufrió grandes pérdidas, el ejército republicano quedó prácticamente diezmado, hasta el punto de que la República sobrevivió tan solo unos pocos meses más. A pesar de que en realidad solo los primeros combates se produjeron en tierras aragonesas, vamos a profundizar en el tema, aunque eso sí, centrándonos en los acontecimientos que acaecieron en  nuestro territorio.

Aragón, al comienzo de la guerra, había quedado dividido en dos mitades. La mitad occidental cayó en manos del ejército sublevado y la mitad oriental en manos de los republicanos. Tras la dura derrota republicana en la Batalla de Teruel en febrero de 1938, las tropas franquistas avanzaron con rapidez ocupando todo el frente aragonés y, en lugar de avanzar hacia Barcelona, decidieron atravesar el Maestrazgo y llegar al Mediterráneo por Castellón, controlando un corredor que llegaba al mar y que iba desde el Ebro hasta Vinaroz. De esta manera, la zona republicana quedaba fragmentada en dos e incomunicadas ambas partes.  Por un lado estaba Valencia, Castilla-La Mancha y Madrid; y, por otro lado, estaba Cataluña completamente aislada.

Franco podía seguir avanzando hacia el sur por la costa, ocupando todo el Levante y dejando a Madrid sin salida al Mediterráneo. Es por eso que el general republicano Vicente Rojo quería avanzar al sur del Ebro. Con ello se pretendía eliminar este corredor ocupado por los franquistas y comunicar las dos zonas republicanas. Por otro parte, se perseguía hacer concentrar hombres a Franco en el Ebro, teniendo que desistir de avanzar hacia el sur; y sobre todo, alargar la guerra. Los republicanos querían prolongar el conflicto con el fin de que estallara la Segunda Guerra Mundial y que la Guerra Civil se convirtiera en un escenario más de la contienda global que se avecinaba con la participación de Francia y Gran Bretaña. No se consiguió romper ese corredor, pero los republicanos sí que consiguieron alargar la guerra y hacer desistir a Franco de avanzar hacia el sur.

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Por desgracia para los republicanos, Gran Bretaña y Francia no reaccionaron a la ocupación de Austria y de Checoslovaquia por parte de Hitler. No fue hasta la ocupación alemana de Polonia en septiembre de 1939, siendo Franco ya el vencedor de la Guerra Civil, cuando Francia y Gran Bretaña reaccionaron y declararon la guerra a Alemania.

A la madrugada del 15 de julio de 1938, el ejército republicano cruzó por sorpresa el río Ebro en barcazas, llegando el grueso del ejército hasta Gandesa, donde los sublevados resistieron los embates republicanos. Parecía que la misión se había coronado con un éxito republicano pero, la Legión Cóndor dominó los aires y machacó a los republicanos. El frente se estancó y el ejército republicano no podía enviar refuerzos, ya que estaba aislado del resto de la zona republicana. Ante esta situación, algunos de los altos mandos de Franco aconsejaron a este que se olvidara del frente del Ebro, ya que el ejército republicano no podía avanzar más, y que siguiera hacia el sur. Pero el caudillo pensó que debido a su superioridad numérica, así como en aviación y artillería, podía liquidar con rapidez a lo mejor del ejército republicano, que eran las tropas del frente del Ebro.

Sin embargo, los republicanos resistieron la contraofensiva de Franco durante casi cuatro meses. Los territorios aragoneses fueron los primeros en caer en esta contraofensiva, puesto que era el primer objetivo a reconquistar para los franquistas, ya que temían que pudiera servir como retaguardia y foco de ataque por la espalda. La ilusión y alta moral de los republicanos tras avanzar posiciones a la velocidad del rayo, poco pudo hacer ante la rápida y feroz acometida del ejército franquista. En tan sólo un día (desde las 11 de la mañana del 6 de agosto hasta el mediodía del 7) los republicanos fueron acribillados por 25 baterías de artillería, duramente perseguidos, y machacados y bombardeados por la aviación. El resultado fue la captura de 1.626 presos y la muerte de un número probablemente mayor de hombres, la mayor parte de ellos republicanos. Con este efímero asalto terminaron los combates en Aragón para siempre.

Santiago Navascués Alcay

Doctor en Historia por la Univ. de Zaragoza


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