El 21 de febrero del año 1809, y tras sufrir dos inhumanos asedios, los defensores de Zaragoza capitulaban la ciudad ante las tropas napoleónicas del mariscal Lannes, ante la práctica imposibilidad de continuar con la resistencia. Terminaba así una historia épica que asombró a toda Europa durante generaciones, a la par que trágica y destructiva, mientras empezaban en ese momento 4 años y casi 5 meses en los que la capital aragonesa y Aragón, pasaron a estar gobernadas directamente desde París. ¿Cómo fue esa Zaragoza «francesa»?
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