HISTORIA DEL CINE EN ARAGÓN: LUIS BUÑUEL

Esta es la tercera y última parte de los artículos sobre cine, en la que no cabía otra posibilidad que dedicar un monográfico a uno de los genios más grandes que ha dado el territorio aragonés. El talento de un artista único en el mundo y considerado por muchos como el mejor director de cine español de todos los tiempos, se merecía como mínimo que le dedicáramos un punto especial para él en exclusiva, y creo que todos los lectores estarán de acuerdo con nosotros en ello. Y es que no solo por su obra podemos señalar a Luis Buñuel como alguien único: su vida, la gente con la que tuvo el privilegio de estudiar, vivir y trabajar, y todo el mundo que lo rodeó, fueron sin duda factores que acabarían marcando fuertemente su obra.

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Fachada del pabellón cinematográfico «Farrusini» (Zaragoza)

Luis nacería en 1900 en el humilde pueblo turolense de Calanda, lugar que él mismo definió como: «se puede decir que en el pueblo en el que yo nací, la edad media se prolongó hasta la I Guerra Mundial. Era una sociedad aislada e inmóvil, en la que las diferencias de clase estaban bien marcadas». Pese al hecho de que Luis nació en el seno de una de las familias más ricas de la burguesía aragonesa, y que le permitía vivir a caballo entre Calanda y Zaragoza, esta cuna marcaría precisamente toda su obra. Este nivel adquisitivo le proporcionó la oportunidad de disfrutar, como vimos en artículos anteriores, de las proyecciones en las primeras salas de Zaragoza, como la de Farrusini, que describió como «una hermosa fachada con dos puertas, una de entrada y otra de salida, y cinco autómatas de un organillo, provistos de instrumentos musicales, atraían bulliciosamente a los curiosos». En este mágico emplazamiento sería donde Buñuel tendría sus primeros contactos con el cine, a la edad de 8 años, y aunque en su biografía no queda claro, la primera película de la que disfrutó parece que fue Fantasmagorie, del cineasta Émile Cohl.

Sin duda alguna, esto influirá en su cine como lo hará su paso por los Jesuitas en Zaragoza. Allí demostró tener un gran talento para los números y las letras, y aunque sus notas eran excelentes, no lo era su conducta dejando claro desde la infancia que buscaba la libertad hasta el extremo de que acabó siendo expulsado del colegio. Irónicamente, este estricto orden de misa diaria y oración impuesta al joven Buñuel, se transformaría en una disciplina férrea en su edad adulta. No obstante, como él mismo señala, perdería la fe en Dios a los 16 años, desplazándola hacia otros caminos como el misterio, el azar o el surrealismo, llegando a definirse como «Ateo por la gracia de Dios». Todas sus experiencias con la Iglesia se ven reflejadas en la mayoría de sus filmes, donde vemos religiosos movidos por diferentes intenciones y un sinfín de objetivos.

Pero sin ninguna duda, el factor que más marcará su carrera será su paso por la Residencia de Estudiantes donde compartió experiencias con los miembros de la Generación del 27, de la que se le considerará parte. Allí conoció a Federico García Lorca, Salvador Dalí, José Bello, Rafael Alberti, Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez, entre otros. Esta institución no solo marcó el devenir de Buñuel, sino el de toda la cultura española, y por ella pasaron ilustres como Severo Ochoa,  Miguel de Unamuno, Manuel de Falla, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, e incluso Albert Einstein y Marie Curie, que dieron varias conferencias en esta institución.

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Salvador Dalí, Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio

Pero fue la conferencia de Luois Aragon en 1925 la que motivó a Buñuel a abandonar Madrid rumbo a París. Allí fue acercándose cada vez más al surrealismo y se intensificó su pasión por el cine, llegando a ofrecerse a trabajar en cualquier labor a cambio de poder aprender más sobre este arte, lo que le llevó a desempeñar el cargo de ayudante de dirección en el rodaje de películas como Mauprat (1926) y La caída de la casa Usher (1928). Para esta época comenzó a hacer sus primeros cameos como actor, con pequeños papeles en Carmen (Jacques Feyder, 1926) y en La sirene des tropiques (1927). Todo esto le llevó a familiarizarse con el mundo del cine y desembocará en su primera película Un perro andaluz (1929), grabación en plena efervescencia del surrealismo, con imágenes que han quedado para la historia del cine (la cuchilla rebanando un ojo, por ejemplo).

En colaboración directa con Dalí crea un guion que dará a luz a esta aclamada película, que fue un éxito entre la intelectualidad desde su primera exhibición. De hecho, le valió la entrada al grupo surrealista que se reunía habitualmente en el café Cyrano y, viendo el éxito cosechado, decidió volver a colaborar con su amigo Dalí para escribir el guion de la que será La edad de oro (1930). Por desgracia, esta última no fue tan fructífera, pues acarrearía el fin de la amistad entre Buñuel y Dalí. Esto es debido a que mientras Dalí disfrutaba de unas vacaciones, descubrió que Buñuel había acabado la película (una de las primeras películas sonoras del cine francés) gracias al mecenazgo de los vizcondes de Noailles, lo que hizo que Dalí se sintiera apartado del proyecto y, por supuesto, traicionado por su amigo.

En ese mismo año inicia su periplo por tierras americanas. Es contratado como observador para familiarizarse con el sistema de producción de cine estadounidense. A su llegada a Hollywood pudo conocer, entre otros, a Charles Chaplin. Apenas un año después volvió a Francia, donde se afiliaría al Partido Comunista francés (llegando a firmar un manifiesto contra Hitler), como varios de los componentes del grupo surrealista de la época. Buñuel queda muy marcado por su etapa francesa donde se impregnará del surrealismo en su corriente más pura, llegando a decir que «el objetivo verdadero del surrealismo era el de hacer estallar la sociedad, cambiar la vida». Y así lo intentó, haciendo suyo el escándalo, el cultivo de los sueños, la liberación del inconsciente, el amor libre, la escritura automática, el absurdo, el azar, e incluso el terrorismo cósmico. Eso sí, irónicamente no podrá dejar de ser tragado por el propio sistema al que intentaba desestabilizar, pues lo que conseguirá será lo que menos le preocupaba, el reconocimiento artístico y sociocultural.

Con la proclamación de la Segunda República en España llega su película Las Hurdes, que también fue conocida como Tierra sin pan, un documento sociopolítico y antropológico sin parangón hasta el punto de que, poco después de la premier, el gobierno la prohíbe. Con la llegada de la Guerra Civil, se postula por la causa republicana y trabaja en la embajada de París, llegando a hacer sus pinitos en el mundo del espionaje, lo que le llevará a tener que regresar a América tras finalizar la guerra. Es esta, indudablemente, su etapa más prolífica de producción cinematográfica. Entre 1946 y 1964 Buñuel realiza 18 películas de un total de 32 que conforman su filmografía. Fue en México, y lo hace tras más de 15 años sin rodar. Sería precisamente ahora cuando logre un nombre, convirtiéndose en uno de los directores más seguros y económicos del mundo, rodando sus filmes con menos de 24 días de rodaje y apenas 3 o 4 de montaje, pues en realidad va montando la película mientras rueda o filma.

De esta etapa podemos destacar Los olvidados, Susana, La hija del engaño, Subida al cielo, El río y la muerte, Archibaldo de la Cruz, Nazarín, El Ángel exterminador, y la célebre Simón del desierto, algunas de ellas consideradas aún a día de hoy como obras maestras del cine mundial. Esta es su época más grande, su etapa dorada como realizador, y en la que produjo sus mejores obras, aunque Tristana (1970) o Ese Oscuro Objeto de deseo (1977) fueron obras posteriores que están a la misma altura que las de su etapa mexicana.

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El «Banquete de los genios» con Buñuel, Hitchcock y lo más granado del cine de Hollywood (1973)

Aunque tuvo muchas obras de renombre como Los olvidados (1950), Nazarín (1958), o Viridiana (1961), sería El discreto encanto de la Burguesía (1972) la que le concedería el mayor galardón del cine. Fue el primer director español en conseguirlo. Aquel Oscar a la mejor película de habla no inglesa fue otorgado quizá como reconocimiento a toda su carrera o a todos aquellos que mereció y no ganó. La película debió ser rodada en España, pero la censura franquista no lo permitió y se acabaría rodando en Francia. Es sin ninguna duda una de las obras maestras del cine mundial y forma junto con La Vía Láctea (1968) y El fantasma de la libertad (1974), una especie de trilogía que ataca los cimientos del cine de narrativa convencional y el concepto causa-consecuencia, abogando por la exposición del azar como motor de la conducta y del mundo.

Pero a finales de los setenta van muriendo sus mejores amigos, Man Ray, Calder, Max Ernst, Prevert, etc. Buñuel, poco a poco, se va quedando solo y deja de viajar temeroso de morir lejos del que se había convertido en su hogar mexicano. Esto queda acentuado a partir de 1977, cuando acaba su última película Ese oscuro objeto de deseo.  La muerte le llegaría el 29 de julio de 1983 a causa de una insuficiencia cardíaca, hepática y renal, provocada por un cáncer. La última escena de su vida la pasó rodeado de su familia y los amigos más íntimos en la ciudad de México. Ese mismo año había sido nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza. Su muerte se llevó al genio más grande de la historia del cine español.

Fue un incomprendido en la España de su época, y mucho más valorado fuera de nuestras fronteras. Tanto es así que uno de los más grandes directores de la historia del cine, Hitchcock, en cierta ocasión fue preguntado en un programa de televisión por los directores que más admiraba, cosa a la que respondió: «Aparte de mí, Buñuel». Sin embargo, por desgracia, Buñuel señalaba en su biografía que aquel “amor” no era correspondido, pues a él no le gustaba nada Hitchcock.

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Dicho esto y para concluir, habría que señalar su legado, ya que creó una escuela dentro del surrealismo, con temáticas que expresaron lo grotesco de las altas esferas hacia los más desfavorecidos. Todo ello lleno de actos hipócritas por parte de la religión,  mostrándonos en pantalla el enigma del comportamiento femenino, y también supo llevar los sentimientos a flor de piel al caracterizar lo irreal en un filme, además de la agudeza para tratar lo subversivo, y manejar casi todos los géneros del cine con grandísima destreza. Nunca fue un hombre movido por el dinero, pues no lo necesitaba. Tampoco por la fama. Simplemente creó un cine que solo puede ser definido como “el de Buñuel”.

Alan López Garrido

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza


BIBLIOGRAFÍA

• BUACHE, Freddy; “Luis Buñuel”; Punto Omega. Guadarrama. Madrid. 1976

• CARRIÈRE, Jean Claude. “El cine de Luis Buñuel”; Festival de Cine de Huesca. Zaragoza 1993

• BUÑUEL, Luis; «Mi último suspiro». Ed. Debolsillo Barcelona 1982

• SÁNCHEZ VIDAL, Agustín; “Luis Buñuel. Obra literaria”; Heraldo de Aragón. Zaragoza 1982


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